Guayubin... mas de cerca ¡¡¡

Despues de comer, nos marchamos la hermana Alexandra y Concha, la señora que se ocupa de distribuir las medicinas que se traen, en este caso de España, a las diferentes boticas necesitadas.
Agua de Luis, era uno de los lugares que visitamos y les dejamos, este lugar me recordaba al viejo oeste, unas cuantas casas al borde de un camino de piedras, cuyos autos eran los borricos, yeguas, etc.
Alli, conocí a un grupito de muchachos de 11-12 años, sus diversiones eran tan sencillas y humildes: canicas, fútbol en tierra... siempre los niños van descalzos.
También me llamó la atención como los haitianos llevan sus cargas en la cabeza, lo había visto tanto que quería experimentarlo, así que le pedí a un hombre que me prestase sus bultos.

Después fuimos a otro pueblecito, llamado la Reforma, para continuar repartiendo las medicinas.
Concha nos invitó a merendar, maní, papas, refrescos... y cuando llegamos a Guayubin, fuimos a Misa.

30 - 7 - 12

Por la mañana estuve preparando alguna información para la reunión que a proximamente tendré con los profesores del ´´Divino Niño´´. Para que de esta manera, sean los propios profes los que pongan en práctica las técnicas más apropiadas para la educación de los diferentes niños.

Por la tarde, conduje la guagua, coche, como aquí le llaman, para ir al ´´Divino Niño´´, allí tuve una sesión individual con una mamá, cuya niña tenía problemas de conducta... esperemos que mis indicaciones las siga por el bien de ambas.
Cuando llegamos de la escuala, Alexandra y yo, la hermana Antonia, nos preparó para merendar un jugo riquísimo de mango, leche, cubitos de hielo. Nos refrescó un montón, pues aquí es que se suda con solo respirar...

31 - 7 - 12

Esta mañana hemos ido Alexandra y yo con la hermana Dionisia a realizar varios recados, ya tengo el título de chófer... y la penúltima parada ha sido en el hospital de Guayubin, la hermana Alexandra tenía que hacer un recado, pero como aquí trabaja Concha, me ha invitado a entrar para mostrarme el hospital, y en uno de los pasillos había una mujer haitiana con un bebé de apenas 15, no me he podido resistir y le he pedido si me dejaba tomarlo. Qué bonito!!
                                        Estoy enamorada de estos niños.

Luego, después de comer, nos hemos puesto a intentar coger cocos, que aquí las hermanas tienen muchos, pero debido a la dificultad que presenta el tirarlos del árbol, a penas cogen. Hemos bebido el agua, de las más naturales que hay y por supuesto, le hemos incado el diente.
                                                Pero qué buena la fruta tropical de aquí!!!